La solidaridad, según Julia Madruga Benítez
Estimados amigos:
Como ya sabréis muchos de vosotros, desgraciadamente, nuestra compañera Julia Madruga Benítez falleció el pasado viernes tras ser acuchillada varias veces presuntamente por su ex marido, que la cogió por sorpresa cuando se encontraba en una habitación de la clínica Blanca Paloma junto a la cama de su madre enferma.
Según lo que ella misma les había relatado a las compañeras y los compañeros del Teléfono de
Las declaraciones, ahora ya ante los medios de comunicación, de muchos de los vecinos y conocidos de Julia revelan que la tragedia era la crónica de un crimen anunciado... Porque muchos miraron para otro lado. (Allá cada uno con su conciencia. Que cada uno se entienda con ella como pueda. No es difícil: siempre hay excusas y justificaciones de las que echar mano...)
Ciertamente, nuestra forma de vida no favorece que seamos cada vez mejores personas. Probablemente, en nuestra sociedad actual se ensalza más la competencia, el triunfo personal, el individualismo y el “sálvese quien pueda” que la ayuda mutua y la solidaridad.
Lo que me hace tener algo de esperanza es que Julia no era así. Ni mucho menos. A pesar de los graves problemas personales, le preocupaban los problemas de otras personas, personas que cotidianamente acuden a los Centros del Teléfono de
Sucesos como éste ponen de manifiesto la falta que tenemos de más Julias en nuestros vecindarios, en nuestros barrios y en nuestras ciudades. Mientras no entendamos que la violencia machista nos afecta a todos y nos incumbe a todos, no acabaremos con ella. Es un problema de todos: de quienes la sufren y que quienes no la sufren, de las mujeres pero también de los hombres.
Para finalizar (¿querremos que esta maldita lacra tenga fin?), recuerdo las palabras que erróneamente se atribuyeron al dramaturgo alemán Bertold Bretch (en realidad su autor fue el pastor protestante Martín Niemöller y las pronunció durante un sermón en
Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío.
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
Asociación Internacional del Teléfono de
C/ Francos Rodríguez 51, Pasaje Bellas Vistas – Chalet 25 – 28039 MADRID
Telf.: 91 459 00 62 Fax: 91 459 04 50 - Web: www.
Fernando Alberca Vicente - Director de Comunicación - comunicacion@