jueves, 29 de septiembre de 2011

Sabes

Sabes,

Hoy he vuelto a pasar.

Tu acera me conoce

y a veces creo ver que tu ventana

me sonríe,

como esta mañana cuando al verla abierta

supe que sin lugar a dudas

se reía de mí.


Mercedes Méndez

El tiempo que no respiro


Quisiera rencontrar el camino no perdido, hallar un color adecuado y una sonrisa ligera, suficiente... Estar en el lugar preciso, buscar y encontrar el tiempo, el curso de la felicidad si se sabe respirar... Respirar y no apresurarme, demorarme, demorarme, pensar, demorarme, sentir, demorarme, llorar, demorarme y reir y reir y vivir y vivir. El tiempo tan golfo, lo sabe todo.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Gracias Lola, por decirlo.

Soy profesora, sin miedo y sin complejos

Lola Parra

Bachillerato, FP

Soy profesora, y me honro de serlo y me enorgullezco de mi profesión. Sí, tengo dos meses de vacaciones y un horario de docencia directa bastante denso.

Soy profesora, trabajo en el aula y fuera de ella y la gente no lo sabe y a mí no me importa.

Sí señores, soy ingeniera en Informática, soy profesora, con oposición, pertenezco al cuerpo A de funcionarios.

Soy profesora y no discuto los días de descanso de los bomberos, ni los de los funcionarios de prisiones.

Soy profesora y cuando voy al médico no le discuto su diagnóstico, sólo espero que me cure.

Soy profesora y cuando voy a mi abogado no le discuto de leyes, sólo espero que me defienda.

Soy profesora y cuando voy por la autovía, conduzco con confianza porque sé que la diseñó un ingeniero de caminos.

Soy profesora y vivo en una casa tranquila, la casa que proyectó en su día un arquitecto.

Y ustedes ¿quiénes son? ¿Por qué se atreven a decir que trabajo poco y mal?

Soy profesora y enseño cada día el camino a seguir para conseguir las competencias de una profesión.

Soy profesora y recojo cada curso a un montón de chavales de los que aprendo tanto como ellos de mí.

Y ustedes ¿quiénes son? ¿Por qué se atreven a decir que trabajo poco y mal?

Soy profesora y trabajo cada día con personas sensibles y frágiles porque aún no han alcanzado la madurez.

Soy profesora e intento inculcar trabajo, esfuerzo y dignidad para alcanzar el éxito personal.

Y ustedes ¿quiénes son? ¿Por qué se atreven a decir que trabajo poco y mal?

Me bajan el sueldo, me suben las horas de trabajo, me incrementan los alumnos en el aula…

Pero… ustedes quién creen que soy.


SI QUIERES OPINAR PINCHA AQUI.
http://lolap.wordpress.com/2011/07/13/soy-profesora-sin-miedo-y-sin-complejos/

Lo recibo y lo copio. Gracias a esta alumna por decir lo que piensa.

CARTA ABIERTA DE UNA ALUMNA DE 1º BACHILLERATO
Estos días han circulado por internet multitud de cartas abiertas de profesores tratando de explicar que no son dos horas, que no son ellos los más perjudicados. Que somos nosotros. Me indigna ver cómo todo su esfuerzo no sirve para nada en cuanto algún político deja caer frente a los medios que son unos vagos y que sus protestas se deben a esas dos horas que no dejan de mencionar. Nos manipulan como quieren, sus medias verdades aparecen en las primeras planas de sus periódicos mientras los hechos, las cifras objetivas, quedan sepultadas bajo sus artimañas electorales.
Así que me gustaría compartir mi versión como alumna de secundaria de la escuela pública. No creo en partidos políticos ni me importa a quién le bajen el sueldo o le suban dos horas, me importa mi futuro y el de mi generación.
Hace una semana que comencé 1º de Bachillerato en un instituto de Getafe. No es una mala zona, no hay mucha pobreza y sé que debo considerarme afortunada. No puedo imaginar cómo está la situación en otros institutos de zonas más pobres aquí mismo, en Getafe. No sé si creerme las cosas que me cuentan sobre más de 40 alumnos hacinados en aulas sin material, con profesores más preocupados por salir vivos del aula que por conseguir un buen nivel.
En el mío somos 30, 37 y 33 alumnos de 1º de Bachillerato en las 3 clases. Pensábamos que habría 4 clases, porque hay cuatro opciones de Bachillerato, pero las letras puras (Griego y Latín) han sido desterradas. La profesora de Latín nos decía que estaban protegidas por ley, así que no entiendo cómo ella, junto con mis compañeros que querían estudiarlas, se han tenido que marchar del instituto.
Esta semana no hemos dado prácticamente clases útiles, mi instituto está sumido en el caos. Hemos cambiado de tutor un par de veces por los desajustes en los horarios. Al no haber clase de tutoría no hemos podido elegir delegado, el que se encarga de cerrar el aula con llave durante los recreos, por lo que debemos llevar siempre encima la mochila para evitar los robos. No hay profesores de guardia para vigilar a los alumnos que están solos cuando algún profesor falta, ni siquiera a los más pequeños, recién llegados a secundaria. Los horarios son provisionales, cualquier nuevo cambio ordenado desde la Administración trastoca las clases de todos y exige rehacer toda la organización.
Tengo tres profesores, de lengua, mates e inglés, que en realidad son "medios" profesores. Trabajarán media jornada en mi instituto y la otra media en otro, aunque el descontrol es tal que todavía no han mandado ninguno desde la Administración. Mientras tanto estamos parados durante estas tres horas, o a veces nos juntan en el aula grande a los tres bachilleratos (los 100 alumnos) con un solo profesor para que no perdamos el tiempo. Ni siquiera sabemos en qué grupo de matemáticas estaremos porque los profesores no pueden ponerse de acuerdo en qué sistema usar para dividir los grupos hasta que llegue el que falta. ¿Que tenemos peor nivel que la privada? ¿Acaso creen que en la privada se pierden tantas horas de clase por temas así, que tienen el mismo material, la misma treintena de alumnos por clase?
Los 'desdobles' de las únicas dos optativas que el instituto ha podido ofertar tienen, de nuevo, 30 alumnos por desdoble, incluida Ampliación de inglés oral. ¿Qué tal creen ustedes que funciona una clase de inglés oral con 30 alumnos? Tenemos oportunidad de hablar 1 minuto y medio cada alumno.
Me indignan las mentiras descaradas de Aguirre. Sí que ha habido recortes, lo notamos todos los alumnos, la precariedad y el descontrol generado por la falta de profesores. Todos están dando más de lo que pueden y aun así no es suficiente, no dan abasto con tanto por hacer en pleno inicio de curso escolar y tan pocos recursos.
Mis profesores no trabajan 20 horas. Nos dan 20 horas de clase y luego nos vigilan en el recreo, dan clases de apoyo, se encargan de cubrir las faltas de otros profesores, preparan las clases siguientes. Responden las dudas después de la hora de salida, se quedan ayudando a los alumnos que van peor en sus horas libres. Nos llevan a excursiones, a campeonatos de matemáticas, a concursos de poesía. Llegan los lunes a primera hora con ojeras de haberse quedado de madrugada corrigiendo. Les he visto en la manifestación hoy mismo, junto a sus alumnos, luchando por nuestro futuro. A pesar de todo el caos, las horas perdidas, la falta de material, ellos siguen siempre al pie del cañón, con su pizarra vieja y sus tizas (no todos tenemos la suerte de tener las pizarras digitales de la privada).
Estoy orgullosa de mi instituto y de mis profesores, que me han enseñado a no rendirme y a luchar por mi futuro. Gracias a la escuela pública este año pude optar al Bachillerato de Excelencia en el San Mateo (quedé entre los 50 mejores del examen para el premio extraordinario de la ESO, aunque por supuesto no gané: nadie de la zona sur ganó), pero he decidido seguir en mi instituto público sin presupuesto, que es el que ha hecho que quedase entre esos 50 mejores.
Así que no me voy a callar mientras nos arrebatan la educación pública y nos condenan a una sociedad de clases sin posibilidad de ascender. Si los ricos son los únicos con acceso a educación, los pobres siempre seguirán siendo pobres, eso aprendemos en clase de historia. Tal vez unos cuantos políticos deberían dejarse de propaganda y trapicheos y volver a la escuela a estudiar el Antiguo Régimen, las revoluciones y el movimiento obrero, antes de repetir los mismos errores del pasado.
M. L. G.
Una alumna del IES José Hierro

lunes, 5 de septiembre de 2011

Artículo de El País que me gusta

http://www.elpais.com/articulo/portada/Sabemos/nos/motiva/elpepusoceps/20110807elpepspor_6/Tes

REPORTAJE: PSICOLOGÍA

¿Sabemos lo que nos motiva?

BORJA VILASECA 07/08/2011

Cuanto más aprendemos, más evolucionamos. Cada uno de nosotros se encuentra a sí mismo en su propio proceso evolutivo en el que cambian necesidades y motivaciones.

Para la gran mayoría de culturas milenarias, la mariposa representa la metamorfosis. Lo cierto es que la ciencia contemporánea ha comprobado que es el único ser vivo capaz de modificar totalmente su estructura genética. El ADN de la oruga que se envuelve en la crisálida es diferente al de la mariposa que sale de él. De ahí que este proceso natural se haya convertido en el símbolo del cambio y la transformación.

Y entonces, ¿qué es mejor? ¿La oruga, la crisálida o la mariposa? No hay mejor ni peor. Simplemente son diferentes estadios en el camino de la evolución. Y por estadios nos referimos a "las etapas o fases que forman parte de cualquier proceso de desarrollo o transformación". Lo mismo sucede con la especie humana. Cada uno de nosotros se encuentra en un estadio evolutivo que no es ni mejor ni peor que el del resto de seres humanos.

Como las orugas, estamos llamados a seguir un proceso natural de evolución. Se realiza por medio del aprendizaje que podemos extraer de nuestras experiencias. Consciente o inconscientemente, todos avanzamos a nuestro propio ritmo y siguiendo nuestras propias pautas. Eso sí, muchos solemos quedarnos estancados en alguna fase de este camino de aprendizaje, sin convertirnos en quienes podríamos llegar a ser.

LA ESPIRAL DE LA MADUREZ

"Resistirse al cambio es ir en contra del fluir natural de la vida"

(León Tolstói)

Este proceso evolutivo no tiene nada ver con la edad física, sino con la madurez psicológica. Se sabe de individuos que al llegar a la edad adulta siguen adoptando actitudes y conductas infantiles y adolescentes. Y también de jóvenes que han asumido las riendas de su vida, dejando de culpar a los demás por las consecuencias que tienen sus decisiones y sus actos.

Cuanto menor es nuestra evolución, más egocéntricos, victimistas, ignorantes e inconscientes somos. Y como consecuencia, más sufrimos, luchamos y entramos en conflicto con los demás. Por el contrario, cuanto mayor es nuestra evolución, más altruistas, responsables, sabios y conscientes somos. Y por ende, más felices nos sentimos y mayor es nuestra capacidad de amar y de servir a los demás. A este proceso de cambio se le conoce como "la espiral de la madurez". En la medida que aprendemos de nuestros errores, vamos avanzando por el camino que nos permite convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.

LA PIRÁMIDE DE MASLOW

"La satisfacción de una necesidad crea otra" (Abraham Maslow)

Según la pirámide de Maslow -creada por el psicólogo humanista Abraham Maslow-, los seres humanos compartimos necesidades que dan lugar a motivaciones. La principal es nuestra necesidad de "supervivencia física", que incluye motivaciones fisiológicas, de protección y de seguridad. A nivel emocional, también necesitamos mantener "relaciones sociales" con otros seres humanos. En este punto, nuestra motivación consiste en compartir tiempo y espacio con personas cuyas creencias, valores, prioridades y aspiraciones sean similares a las nuestras. Por eso solemos agruparnos en familias, cultivar vínculos de amistad o formar parte de organizaciones sociales, profesionales, políticas, religiosas... Queremos pertenecer a un colectivo con el que sentirnos identificados.

En este sentido, también buscamos ser queridos y aceptados. Está en juego la valoración que los demás tienen de nosotros. Y es precisamente esta necesidad la que nos mueve a diferenciarnos emocionalmente del resto de miembros que componen nuestro grupo social, construyendo nuestra propia personalidad. Y puesto que solemos asociar lo que somos con lo que tenemos, y lo que tenemos con lo que valemos, en general basamos nuestra autoestima en aspectos externos como el estatus, el poder, la riqueza material, el éxito o la belleza.

EL 'CLIC EVOLUTIVO'

"Las cosas no cambian, cambiamos nosotros"

(Henry David Thoreau)

Todas estas necesidades -de supervivencia física, de relaciones sociales y de valoración- gozan de protagonismo en nuestra existencia cuando nos guiamos por nuestro instinto de conservación físico y emocional. No en vano, la función del egocentrismo es garantizar nuestra preservación como seres humanos. De ahí que nos lleve a fijar el foco de atención en cuestiones externas, orientándonos a saciar nuestro propio interés. Eso sí, en la medida que vamos cubriendo estas necesidades se produce un punto de inflexión. Un clic evolutivo que provoca la aparición de nuevas necesidades y motivaciones. De pronto surge la necesidad de autoconocimiento. Principalmente porque intuimos que más allá de nuestro falso concepto de identidad -la máscara creada con las creencias con las que hemos sido condicionados por la sociedad- podemos reconectar con nuestra esencia.

En base a esta nueva necesidad, nuestra mayor motivación consiste en orientarnos a la transformación. De ahí que empecemos a centrar la mirada en nuestro interior. Así comprendemos que nuestra autoestima no tiene nada que ver con los aspectos externos, sino con la valoración que tenemos de nosotros mismos. Al respetarnos y amarnos, comenzamos a cultivar una serie de fortalezas como la humildad, la confianza y la libertad. El signo más evidente de que vivimos desde nuestra verdadera esencia es que ya no dependemos de lo que piensen los demás ni perdemos el tiempo alimentando miedos e inseguridades. Confiamos en la vida. La pregunta que aparece es: "¿Para qué estamos aquí?".

ORIENTACIÓN AL BIEN COMÚN

"Buscando el bien de nuestros semejantes encontramos el nuestro" (Platón)

Con la finalidad de encontrar nuestro lugar en el mundo, iniciamos una búsqueda personal que nos abre las puertas a lo desconocido. De pronto sentimos la necesidad de entrenar el músculo del altruismo, encaminando nuestra existencia hacia el bien común. Así es como surge la motivación de trascendencia. Ya no pensamos en términos de empleo o de carrera profesional. Lo que buscamos es alinearnos con una misión que vaya más allá de nosotros mismos.

Al habernos resuelto emocionalmente, ya no nos movemos desde la carencia, sino desde la abundancia. Y esta nos inspira a entrar en la vida de los demás con vocación de servicio. Nuestra motivación es ser útiles. Así comprendemos que nosotros no somos lo más importante, sino lo que ocurre a través nuestro. Es entonces cuando amamos lo que hacemos y hacemos lo que amamos. En este estadio evolutivo surge la última de las necesidades humanas: la de unidad. Ya no solo aceptamos y respetamos al resto de seres humanos tal y como son, sino que extendemos este respeto a la naturaleza y al resto de seres vivos. Si bien pensamos de forma global, actuamos localmente. Por medio de esta conciencia ecológica hacemos lo posible para que nuestro paso por la vida deje tras de sí una huella útil, amorosa y sostenible.

El valor de un ser humano

Un joven discípulo preguntó a su maestro: "¿Cuál es el valor de un ser humano?". El sabio sacó un diamante del bolsillo y le dijo: "Ofrece esta piedra a diferentes comerciantes del mercado y me cuentas qué tal te ha ido". Primero entró en una frutería, y el frutero le dijo: "Te lo cambio por un racimo de uvas". Más tarde, un carpintero le dijo: "Te ofrezco tres trozos de madera". Fue a una bisutería, donde le cambiarían cien monedas de oro. Y finalmente, el discípulo visitó la mejor joyería de la ciudad. El joyero afirmó: "Me encantaría poder comprártelo. Pero este diamante es tan valioso que no tiene precio".

El joven regresó con la piedra preciosa y le explicó a su maestro lo que le acababa de ocurrir. Sonriente, el sabio concluyó: "Al igual que sucede con esta piedra, para el que sabe ver, el valor de un ser humano es inconmensurable".